martes, 15 de octubre de 2013

HERNANDARIAS

En la zona del Río de la Plata los españoles no encontraron metales preciosos, ni indígenas que estuvieran dispuestos a trabajar para ellos. Llamaban a este territorio "tierras sin ningún provecho", por lo que en un principio, la colonización española se orientó a los territorios aledaños a la ciudad del Buen Ayre (actual Buenos Aires) y a la fundación de la ciudad de Asunción; quedando despoblado el territorio situado al este del Río Uruguay. 
Hernando Arias De Saavedra (Hernandarias), (1561-1634) fue un criollo (sus padres eran españoles pero él nació en Asunción) que llegó a ser Gobernador. Su cargo era Gobernador del Río de la Plata y del Paraguay.
Luego de apreciar las buenas condiciones de la pradera de la llamada Banda Oriental, en 1611 y 1617 liberó en el territorio unas cuantas cabezas de ganado vacuno, el cual se desarrolló y reprodujo de forma espontánea .


La explotación de esa riqueza ganadera que andaba libremente por las praderas, atrajo el interés, principal el producto que podía obtenerse de ese ganado: el cuero. Inicialmente se explotaba mediante incursiones en el territorio, en las que se procuraba rodear los rebaños para “cuerear” los animales luego de matarlos. Los cueros podían salarse y secarse al sol, para luego transportarlos en carretas y en barco hacia los lugares de comercialización. Esta actividad, a la que se designó como “la corambre”, requería emplear hábiles jinetes con elementos adecuados para atrapar los animales, que criados en total libertad eran sumamente ariscos y se carecía de cualquier clase de instalaciones para encerrarlos. Se usaron dos instrumentos fundamentales: la garrocha, consiste en una larga vara con un filoso gancho en su extremo para cortar el tendón de Aquiles de la pata de los animales y hacerlos caer; y las boleadoras, originalmente utilizadas por los indígenas para cazar avestruces, que eran lanzadas para enredar las patas de los animales e impedirles huir. En ese uso de la garrocha — en portugués, “garrucha” — como instrumento esencial para capturar los ganados, característico de los jinetes que realizaban la corambre, se encuentra probablemente el origen de la palabra gaucho; por la deformación de su pronunciación en portugués.
Luego, además del cuero, fue posible agregar la utilización de la carne; mediante un procedimiento similar de salado y secado, elaborando el producto conocido como tasajo, que se utilizaba como alimento previo su remojo, cocinándolo con frijoles, papas u otros vegetales.
De ese modo, en 1781, en las costas del arroyo Colla, situado en el actual Departamento de Colonia, un emprendedor vecino de Buenos Aires, Vicente de Medina, instaló un establecimiento dotado de instalaciones para reunir el ganado, proceder a su matanza y luego salar cueros y carnes. Este fue el primero de varios que ulteriormente surgieron en las costas del Río de la Plata cerca de sus zonas accesibles por barco, que se denominaron “saladeros”. Esta industria llegó a alcanzar importancia, al punto de que se dice que en el saladero del Colla podían albergarse varias decenas de miles de cabezas de ganado vacuno, haciéndose matanzas del orden de 1.000 cabezas por día.
La producción del ganado de la Banda Oriental se exportaba, principalmente al Brasil y Europa. Encontrándose el ganado abundantemente y libre en un territorio, casi, despoblado y sin vigilancia de autoridad, comenzaron a establecerse en las márgenes costeras para embarcar y desembarcar, los campamentos de faeneros de diverso origen. En una época en que la piratería abundaba en todos los mares, piratas, especialmente franceses, ingleses, holandeses y dinamarqueses solían desembarcar en las costas del Río de la Plata y sus ríos tributarios, para acopiar en sus barcos cueros que adquirían a bajo precio a los faeneros y luego vendían en los mercados europeos con grandes beneficios.
Entre los patrones de los campamentos o asentamientos faeneros, hubo nombres que quedaron ligados a la geografía del Uruguay, tales como Maldonado, Rocha, Pando, Toledo, etc. Entre los piratas que frecuentaban estas costas, se destacó el francés Esteban Moreau (pronunciar: Moró), el cual estableció gran cantidad de barracones donde depositaba los cueros, y que llegó a instalar artillería para combatir las partidas enviadas por las autoridades españolas; aunque fue muerto por los soldados al mando de Zabala en las costas de Rocha, en 1720.
Pero, también, la misma riqueza ganadera atrajo a buscadores de ganado provenientes del sur del Brasil. Esos territorios funcionaban, de tal manera, como un vasto criadero de ganado, al cual ingresaban los troperos para reunir el ganado y trasladarlo hacia el norte.

Información obtenida del blog de la profesora Claudia Solís Umpierrez.

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