
Uno de los objetivos de la Modernización en el Uruguay fue ordenar la campaña (el campo)
Para ello, una de las medidas fue el alambramiento de los campos que permitía fijar con claridad la extensión de las posesiones y consolidar la propiedad de la tierra.
Significó una transformación tecnológica importante para la economía del país. Favorecería la cría y el mestizaje de ovinos y vacunos porque facilitaba la cruza controlada para mejorar la calidad de la materia prima. También impedía que los campos fueran recorridos por personas extrañas.
Provocó la primera desocupación tecnológica en el Uruguay
porque fue menor la cantidad de personal que se necesitaba en las estancias, es
decir, el alambramiento eliminó mucho trabajo: el ganado ya no se podía
escapar, ni mezclar, ni perder. La demanda de trabajadoras y trabajadores
rurales disminuyó porque ya no era necesario contar con tanta vigilancia
en el campo. Esas familias pasaron a vivir en los rancheríos limítrofes de las
estancias (llamados “Pueblos de Ratas”), o emigraron a
las ciudades, viviendo en los suburbios.
Quienes eran pequeños propietarios de tierra más tarde o más temprano se veían en la obligación de venderla porque
no podían asumir el costo del alambre.
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